domingo, 23 de enero de 2011

Pequeña canción

Hoy escribí, grabe y masterice una canción que trata sobre las estaciones y viviencias personales en ella, un tema alegre y triste al mismo tiempo :)
Espero que os guste
Podéis descargarlo desde aquí :

miércoles, 12 de enero de 2011

Nueva canción y nueva poesía!

Hola! He grabado una canción y escrito un soneto.
La canción se llama "Miremos el cielo", dedicada a una persona muy especial, espero que os guste tanto como a ella, pero que no sintáis lo mismo jaja que me ponéis en un compromiso!!jaja
Podéis descargar la canción desde aquí :

Ahora vamos con el soneto, deciros que pese a lo que pueda parecer es complicado que coincidan todos los versos, aun así creo que todos dan 11 silabas. Espero que os guste también.

Árboles enhiestos

Enhiestos arboles doblaron sus tallos
Alejando sus copas de un cielo roto
por el peso de las nubes y todos
Hallaron un sol apagado entre barro

Que ahogaban a sus raíces y encerrados
en nostálgico otoño cayeron sus ojos
agrietados por el frió y como dos polos
que se atraen quisieron quedarse parados

El enérgico suspiro del viento
los atrajo y nada los pudo detener
Se acercaron al sol,arboles enhiestos

Al sol que apagado quedo en aquel suelo
La verdad murió de tanto corroerse
Se acercaron al sol, arboles enhiestos..

domingo, 9 de enero de 2011

Saben que sus años tienen mas de 4 inviernos ...


Arrugas que son surcos con retoños tiernos,
livianas como son los fardos de cargar los sueños
que tragan ruedas de molino y se les ven todos los huesos,
que saben que sus años tienen más de cuatro inviernos,

silencio por el techo, por los platos llenos,
silencio bañado en sudores de los jornaleros,
el sol lo han hecho sus jirones,
que saben lo que vale un beso,
que no quieren llevar los nombres de sus carceleros,

¿qué saben las tripas de puños cerrados?,
saben que las riegan los amargos tragos,
saben todo y más de tenerse en pie,
de la soledad,
saben porqué está siempre duro el pan,

monedas de tan sucias tan desdibujadas,
odioso tintineo en manos encalladas,
y son las patas de sus mulas
si el látigo se llama hambre
las dueñas de caminos que no son de nadie,

cerrojos al antojo de la poca hondura,
abiertos para dar paso a las herraduras
que dejan huellas que los guían para volver a desquitarse,
para no tener que rasgarse más las vestiduras.